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Querido empresario, ¿te acuerdas de esta pregunta? «¿Existe la ausencia de estilo en interiorismo?». Hace algún tiempo nos planteábamos esta cuestión en el blog. A día de hoy es el artículo con más comentarios de nuestra historia en el mundo de la bitácora, incluso obviando la conversación generada en LinkedIn, Facebook o los muchos emails recibidos después del envío de la newsletter correspondiente.

Lo siento, amigo empresario. Lamento haberte engañado, haber jugado contigo porque, la verdad, la pregunta tenía trampa. Sabíamos la respuesta. Por aquel entonces nos estábamos planteando el diseño de nuestro nuevo estudio, un nuevo lugar de trabajo, y algo teníamos ya en la cabeza. Lo que buscaba es que me confirmaras lo que ya tenía en mente.

Mi único amigo es el papel en blanco

Querido empresario, tengo claro que no se puede carecer de estilo. No se puede borrar a nuestro antojo una personalidad forjada a golpe de primaveras. Es imposible no vivir. Es una locura pretender no adquirir experiencia, no beber, no respirar, no querer, no diseñar. La propia ausencia de estilo seria un estilo en sí mismo. Sin embargo, esa quimera debe ser la musa que nos inspira. Como rezumaba aquel texto, mi único amigo es el papel en blanco.

Y es que, mi querido empresario, «no se puede no comunicar», que decía Paul Watzlawick, uno de los padres de la Teoría de la Comunicación Humana. Tú mismo, y tu negocio, está, estáis comunicando. Y como hemos insistido en más de una ocasión, una de las labores del diseñador de interiores es comunicar a través del diseño (corporativo, en el caso que nos ocupa). Pero ojo, no comunicar cualquier cosa. No comunicar nuestros gustos, ni siquiera tus gustos, querido empresario. Nuestra labor como interioristas, aunque a alguno le parezca extraño, no es dar rienda suelta a nuestro ego, no es engordar «nuestra obra» o rellenar el menú portfolio de nuestra web. La labor de un interiorista, del buen interiorista, no es sino resolver las necesidades del cliente de nuestro cliente, comunicar a través del diseño aquello que nuestro cliente, es decir tú, querido empresario, quiere que escuche su cliente.

Parece un trabalenguas, pero es sencillo, al menos sobre el papel. El interiorismo, los interioristas, somos un canal de comunicación más. Somos el nexo de unión entre empresario y cliente, eso en el mejor de los casos. En el peor, somos aquello que se interpone entre un empresario y su cliente.

Querido empresario, cómo mostrarte el momento en el que nuestro diseño se convierte en tu proyecto

Como quiera que también somos empresarios y también tenemos un mensaje y, en este caso, íbamos a tener un canal para trasladar ese mensaje, nuestro nuevo estudio, nos pusimos a modular la conversación. Queríamos contarte, querido empresario, que no tenemos estilo. Lo sé, ya me he confesado, es un imposible, pero nunca dejamos de soñar. No podemos olvidarnos de lo que somos pero nos flagelamos para olvidar. Trabajamos todos los días para lograrlo. Amamos el folio en blanco. Nos reseteamos cada 24 horas y queríamos contártelo.

Pero… ¿cómo? Cómo representar la ausencia de estilo. Cómo trasladar nuestro interés por ti, empresario. Cómo plasmar en un espacio nuestra querencia por darnos a ti, por hacer crecer tu negocio y solo tu negocio.

Querido empresario, cómo contarte que trabajamos para ayudarte. Cómo decirte, querido empresario, que nos convertiremos en tu mejor aliado. Cómo representar un folio en blanco, cómo dejar de ser yo y pasar a ser parte de tu negocio. Cómo mostrarte el momento en el que nuestro diseño se convierte en tu proyecto.

Y así lo hicimos… Este es el momento… El momento ha llegado…

 

En unos días te mostraremos el resto (aquí lo tienes, el nuevo estudio de Iván Cotado en A Coruña). Pero antes, ¿te atreves a comentar? ¿Podrías anticipar el mensaje?

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