Te hablo a ti, empresario, que lo has arriesgado todo por tu negocio. Que has gastado hasta la energía que no tenías. Que te has endeudado. Que has generado trabajo y riqueza de la nada. Te hablo a ti, empresario, que has luchado, que te has partido la espalda, que has llorado, que has sufrido y sudado para conseguir lo poco o mucho que tienes, y que te hacía inmensamente dichoso.
Y todo ello para que ahora venga un gilipollas como yo a decirte que tienes miedo porque lo vas a perder todo.
Esta sociedad sigue pensando en el interiorismo como una capa superficial de componente estética que cualquiera, con mayor o menor gusto, puede aplicar. Nada más lejos de la realidad. El interiorismo corporativo no es una capa, son todas las capas. Es la ciencia que lo envuelve todo, es la capacidad para comunicar de forma global, es el canal y es el propio mensaje. El valor de «este interiorismo» no está en el hecho puntual y físico, en la intervención en sí, sino en su planteamiento estratégico. Te lo demostramos.
A grandes males, grandes remedios, dice el sabio refranero español. Sin embargo, mientras que a ningún avezado marinero se le ocurriría corregir el rumbo del Titanic desplegando velas o comprando un taladro milagroso, siguen existiendo empresarios tan obcecados en su propio hundimiento que tratan de tapar sus vías de agua pintando el barco.
Se pueden extraer lecciones comerciales de muchas situaciones, y más cuando hablamos de los Beatles, el grupo musical con mayores ventas certificadas de la historia. Nos basamos en la película ‘Yesterday’ para analizar factores cruciales en la estrategia de un negocio.
Si te gusta la música y puedes acercarte al cine a ver ‘Yesterday’ pasarás un buen rato. No por su desarrollo argumental, más soso y deshilachado que un proyecto de interiorismo desarrollado por un arquitecto. Sino por las versiones actualizadas de los clásicos de los Beatles y alguna que otra lección empresarial que bien puede, incluso, salvar la vida a tu negocio. O hacerte feliz. Que viene a ser lo mismo.
Ferran Adrià declaraba recientemente que «la comida es el cuarto de los motivos para ir a un restaurante». El interiorismo es el tercer motivo, pero no debemos descuidar los dos primeros, y por supuesto ningún otro porque la competencia es cada vez mayor.
En España tenemos un restaurante por cada 660 personas y un bar por cada 275, pero solo un 9% de la población come fuera más de dos veces por semana. ¿Resultado? Muchos restaurantes vacíos y cierres. Pero en medio hay empresarios que han dado con la tecla(S) del éxito.
Mientras ciertos gurús empresariales dicen que el ecommerce acabará con la tienda física, la gente paga por una Coca-Cola en un bar un 400% más de lo que pagaría en un supermercado. ¿Cuál es la razón de tamaño derroche? La razón por la que seguimos acudiendo a los bares es similar a la que nos hace compartir en Facebook una foto de nuestros pies disfrutando de la playa.
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