Siempre hay contenido detrás de un buen INteriorismo EStratégico. Y este no es sino un altavoz que lo muestra (y demuestra) al mundo. O mejor aún, un desgarro en el corazón de una propuesta empresarial que lo enseña tal y como es. Una ventana a la esencia de una marca.
¿El reto? Conseguir ser rentables en 70 metros cuadrados
La propuesta de valor de Pracer, cuyo nombre es toda una declaración de intenciones (pracer es placer en gallego), gira en torno a unos objetivos estratégicos claros y precisos. Minimizar el personal, optimizar la capacidad y dar máxima prioridad a la experiencia gastro-musical.
Esto es la tormenta de Pracer, el tango y los preliminares que anteceden la fiesta. A partir de aquí… diseño. O mejor aún, INteriorismo EStratégico. La piel, la voz y el escote de Pracer.
El diseño parte de un local difícil, con una morfología trapezoidal irregular, una superficie reducida y un pilar en el p*** medio. En tan solo 70 metros cuadrados de planta más 25 de entreplanta se consiguen 40 plazas (PAX) atendidas por 2 cocineros y 2+2 camareros. Una cocina-barra de 22 m2, tres almacenes que suman más de 14 m2, aseos, reservado, un escenario y una cabina para DJ.
¿El secreto? Alma y Versatilidad
Se dispone una barra central en «U» que subraya el espectáculo gastronómico primando la experiencia del cliente y facilita la atención directa por parte del cocinero, reduciendo así la necesidad de personal.
El reservado, convertible a escenario para monólogos y actuaciones musicales, la cabina del DJ sobre el hall de entrada, las mesas bajas y una minibarra lateral para esperas y picos de actividad desarrollan la versatilidad estratégica de un restaurante que puede ser tan grande o tan pequeño como el momento requiera.
Pero el verdadero alma de Pracer es la estimulación sensitiva. Música para los oídos, cocción para las fosas nasales, texturas para la yema de los dedos, decoración para la vista y sabores, muchos y punzantes sabores, para las papilas gustativas. Y todo esto representado en el INteriorismo EStratégico.
La música y la gastronomía corren por las venas de Moncho Bargo y Javi Freijeiro, chefs y propietarios de Pracer, y el restaurante refleja sus personalidades. Presidido por un excelso grafiti realizado por el artista Sebla, con un gran pulpo y un jugoso cerdo (mar y tierra; Moncho y Javi), la ambientación musical cuenta con la icónica realidad de los escenarios que tanto gustan frecuentar.
Truss de los que cuelga la teatral iluminación que ambienta la barra central, platos de batería que iluminan las mesas bajas y una adusta paleta de materiales inspirada en el espíritu underground de los espacios industriales berlineses post caída del muro.
Flight cases (cajas de instrumentos musicales) conforman el almacenaje de primera mano y la barra, que también apoya en las estructuras tubulares utilizadas en montajes de escenarios. Estas representativas cajas junto al backline de la entreplanta, además, realizan una función fundamental. Dibujan la experiencia mientras integran de forma sutil los difíciles recortes perimetrales del local y el pilar central, reconvertido ahora en estantería y separación funcional.
Valla de simple torsión, hormigón pulido, ladrillo caravista y chapa pegaso acaban de conformar el vigor canalla de Pracer. Una taberna casual para foodies melómanos que hará las delicias de un público para el que comer es mucho más que alimentarse.
¡Larga vida a Pracer!