El interiorismo bebe del pasado y se sienta a comer en la mesa del futuro, y es que así eran los (hoy) los clásicos ultramarinos en los que nos inspiramos, la calidad de toda la vida, los productos más actuales, el packaging más rompedor y el contenedor más vanguardista.
El proyecto sigue esta línea adaptándose a la actualidad, buscando ser un espacio con carácter, elegante y con cierta atemporalidad, un espacio limpio en el que el producto es el claro protagonista sin perder esa carga de diseño de los clásicos colmados.
Interiorismo de tienda como puente hacia el deseo del cliente
En lo funcional, para la operativa de la nueva tienda se busca un trato cercano y con gran conocimiento del producto, como sucedía con los antiguos tenderos de los ultramarinos.
Se buscan materiales que evoquen contemporaneidad, y no muchos, se reduce la variabilidad de materiales para maximizar la sensación de amplitud, que no es mucha en el plano real.
Materiales como el acero inoxidable, que nos aporta elegancia, robustez, autoridad y sensaciones de calidad, se conjugan con otros más tradicionales y nobles como la madera, con tonos actualizados y líneas más cuidadas, evitando barnices y tintes que oculten el tono real del material; la madera nos aporta cercanía, confianza, naturalidad, calidez y, al no utilizar barnices ni tintes que enmascaren la realidad, abordamos la transparencia necesaria en este sector en el que, a veces, el usuario puede pensar en sobrecostes sin fundamento real.
Este lenguaje de las sensaciones que aportan materiales y acabados, que a ojos del lector no formado puede parecer impostado y solo apto para profesionales, es perfectamente entendible por el subconsciente. Uno se siente a gusto (o no) dentro de un espacio interior, más cercano a la compra y al diálogo cuando está a gusto y más inclinado a huir después de visionar cuando está estresado por el lugar, la distribución, la luz, los materiales o los acabados. Esto es INteriorismo EStratégico. Esto es comportamiento humano. Esto son negocios.
El espacio es reducido y la cantidad de producto es, y debe ser, alta en este tipo de espacios, por lo que el diseño trata de reducir la carga visual con cierta tendencia hacia el minimalismo en el aporte de soluciones y materiales, como se ha dicho, utilizando una paleta de tonos neutros o diseñando mobiliario ad hoc de aspecto ligero, como las “islas” en forma de mesas de madera, que además de funcionar para dotar de protagonismo a la exposición de productos especiales también nos delimitan el recorrido deseado y estratégico para el cliente.
Se respeta y se integra la piedra existente. Imposible desperdiciar tan suculento recurso cuando se pretende evocar la “calidad de toda la vida”. El edifico histórico lo ponía “en bandeja de plata”. Se añaden espejos en grandes paños para “romper” las zonas más estrechas y ampliar la sensación visual.
El pavimento se hace con un terrazo in situ, que se extiende evitando pequeñas piezas y otorgando continuidad al ambiente. Se percibe un espacio bien acabado, de calidad y con especial atención al detalle, lo que supone una metáfora necesaria de lo que pretende ser la gran seña de identidad del negocio.
Álvarez Delicatessen pretende ser el paso previo al disfrute para esas personas que son felices frente a una deseada comida familiar, descorchando una buena botella de vino en casa o regalando un exótico y espectacular queso a un amigo.
Desde esta perspectiva del disfrute, del “paso previo” y del amigo en el que siempre te apoyas para que te recomiende, se diseña un espacio con el producto como protagonista, y en concreto con el vino como protagonista principal. Se otorga gran visibilidad y una alta carga de autoridad al vino y al mostrador de atención y pago.
El orden es fundamental en un sitio como este y es un hecho diferenciador en el sector porque generalmente estos espacios llenos de producto pueden resultar estresantes. Mantener el orden es estratégico y para esto es importante tener clara la operativa y el portfolio desde el principio. Cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa. Así, se pasa de almacenar producto a exponer producto, y esto es una de las claves para poner en valor este tipo de negocios.
Se crean una serie de expositores con costillas de acero inoxidable que se convierten en seña del espacio, con particiones que ayudan a ordenar el producto, además se instalan tres grandes islas expositoras centrales de madera que podrán servir en momentos puntuales para catas y eventos.
Se utiliza la irregularidad de las fachadas para generar un gran muro expositor, que crea además un ritmo con los escaparates otorgando carácter a la tienda y ganando visibilidad desde la calle, siguiendo la pureza del interior. A esto también contribuyen los toldos exteriores en color azul corporativo, con el logotipo retroiluminado, que proporcionan un tono distinguido y dignifican la fachada.
La iluminación, si bien es fundamental en cualquier proyecto, en Álvarez Delicatessen es crucial para el negocio. Con la iluminación se realza el producto, se precisa la temperatura con la que iluminar para que ese producto luzca. Se ilumina cada balda con pequeñas tiras LED ocultas, que inciden en el excelso cuidado del detalle que el tipo de cliente que visita estos espacios sabe apreciar.
La línea de iluminación en el techo se aprovecha doblemente. Por una parte sostiene la iluminación de refuerzo y una iluminación rasante que resalta teatralmente las paredes de piedra, y por otra, sirve para integrar las rejillas de climatización, tan necesarias y tan molestas visualmente que en muchas ocasiones estropean la sensación general de todo un espacio.
Las islas expositoras se destacan con la luz de tres grandes lámparas colgantes modelo Flat de Vibia, que además proporcionan gran personalidad al espacio, utilizando el mismo modelo en un tamaño más reducido sobre el mostrador.
Todo esto se completa con la iluminación indirecta de techo que está presente en toda la atmósfera. Hacia el exterior, en la misma línea, se genera un ritmo y se ilumina la balda expositora inferior con una fina línea de luz y el logotipo en la balda superior, que busca captar la atención del peatón para que su vista se cuele también hacia el interior del local.
Nace aquí un espacio contemporáneo que bebe de la historia y la tradición mientras guiña el ojo al futuro, con una muy buena percepción del producto y el servicio. Un espacio amable, puro y con carácter. Un espacio amigo. Un puente hacia la ribera del disfrute.
¡Larga vida a Álvarez Delicatessen!
Fotografías realizadas por Héctor Santos Díez.