En pleno corazón de Pontevedra, Stromboli redefine el concepto de heladería con un diseño interior que combina monumentalidad y cercanía. Inspirado en la grandeza de los palazzos italianos, este pequeño local de 50 m² convierte cada visita en una experiencia sensorial y emocional difícil de olvidar.
«Un palazzo cromático donde cada sabor tiene un color, un origen y una emoción.»
Stromboli nace como un homenaje contemporáneo a la Italia clásica, reinterpretando sus símbolos arquitectónicos —mármol, simetría, terciopelo— desde una mirada fresca y funcional. La idea: crear un espacio donde la experiencia del cliente sea tan memorable como el sabor del helado.
La altura del local se aprovecha con intención, revestida por una gran cortina azul que transforma la geometría irregular del espacio en una escenografía palaciega. Este gesto arquitectónico, lejos de ser decorativo, ordena, magnifica y eleva la atmósfera. A sus pies, un pavimento de madera de inspiración clásica añade calidez y hace accesible la solemnidad.
Los materiales nobles conviven con una paleta cromática que se inspira directamente en los sabores del producto: verde pistacho, rosa fresa, marrón chocolate. El mármol —auténtico protagonista del mostrador y la fachada— aporta elegancia y solidez, mientras que las paredes, tratadas con pintura a la cal en tonos rosados, evocan antiguos estucos italianos.
La distribución responde al INteriorismo EStratégico®. Las vitrinas centrales ofrecen una lectura simétrica y clara del espacio, mientras que los expositores laterales presentan chocolates como piezas de joyería. No es solo una cuestión estética: cada decisión de diseño está pensada para elevar la percepción del producto y reforzar la experiencia de marca.
La gran lámpara circular suspendida en el centro, diseñada ad hoc para Stromboli, se convierte en emblema visual y punto focal. Sus conos verdes flotan como helados, generando un impacto icónico que invita a ser fotografiado. La iluminación, sutil pero teatral, multiplica reflejos y sensaciones a través de espejos estratégicamente ubicados.
Desde el exterior, dos grandes ventanales convierten el interior en escaparate urbano. Pantallas digitales refuerzan el mensaje de marca y despiertan la curiosidad de quienes pasean por Michelena. Un gesto de apertura y conexión con la ciudad que se completa con un guiño local: la trasbarra evoca la mítica Botica de la Peregrina, creando un vínculo emocional con la comunidad.
En tan solo 50 m², Stromboli consigue proyectar cinco atributos esenciales: artesanía, calidad, tradición, vanguardia y funcionalidad. Cada detalle —desde la elección de materiales hasta el layout— habla de un negocio pensado para emocionar y perdurar. Porque aquí, el helado es solo el principio.
¡Larga vida a Stromboli!
Fotografías realizadas por Héctor Santos-Díez.