¿El secreto? La luz natural y la duplicidad de usos y funciones.
La luz natural, ese elemento con el que contamos los diseñadores, y que nunca valoraremos suficientemente por ser gratis, baña el espacio por todos los costados posibles. La luz acuna las zonas libres y los reflejos amplían el espacio. La luz natural siempre ha sido, es, y será, la mejor herramienta disponible para ampliar sensorialmente un espacio reducido.
El 90% del proyecto es la luz. Ana Martínez Nebot en El País Semanal.
En un artículo que nos dedicaron en El País Semanal, se decía de esta vivienda, «el 90% del proyecto es la luz. Por el día, los espacios despejados permiten que el sol lo ilumine y lo amplíe todo. Cuando llega la noche, los leds pintan un escenario misterioso y en claroscuro».
Eliminar espacios y elementos redundantes y multiplicar usos y funciones es, sin duda, uno de los aspectos diferenciadores de este estudio. Nos sentimos cómodos con ello, y además, lo consideramos necesario e inherente al diseñador. Actuar de forma responsable y sostenible no es tendencia, no es moda, es filosofía de vida, y como tal de diseño. Se puede vivir perfectamente en 55 metros cuadrados con todas las comodidades. Es cuestión de ingenio y creatividad.
El hall, primer espacio suprimible en una vivienda de este tipo. En la entrada a la vivienda te encuentras con un pasillo-distribuidor. Al sur las zonas de día. Al norte las zonas de noche. En uno de los márgenes del pasillo discurre discretamente un enorme armario empotrado de suelo a techo que resuelve el almacenaje de la vivienda. En el otro, nos encontramos con elementos que, nuevamente, hacen un uso despreocupado del espacio, las puertas de acceso a las habitaciones y al aseo. En este caso, se sustituyen por paneles móviles de suelo a techo que se esconden en la tabiquería, abriendo espacios completos y eliminando barreras visuales que incomodan al cerebro.
Versatilidad, divino tesoro.
En esa misma línea de versatilidad, podríamos hablar de la zona de comedor, donde se dispuso un mesado corrido de 4 metros de longitud que comparte final con una pequeña zona de estudio. Pensando en dar servicio a grandes grupos, otra bancada corrida en el salón, hace la función de estantería decorativa, alberga una chimenea de bioetanol que otorga calidez a las veladas de invierno, y funcionaría como banco en caso de necesidad.
Espejos fumé multiplican el espacio sin generar molestos destellos en salón y habitación principal, donde cubren dos generosos roperos camuflando la entrada al baño, que comparte ducha con el aseo, esta se encuentra entre ambos. Sobre el lavabo del baño principal, un tragaluz rocía de luz natural la ducha, y a su vez, funciona como mesa de centro retroiluminada en la terraza superior.
«El ambiente elegante y sutil es fruto de una cromática muy trabajada». Ana Martínez Nebot en El País Semanal.
La iluminación es otro de los aspectos que cuidamos especialmente en nuestros proyectos. Pensada como un juego de contrastes y claroscuros, mezcla ambientes que enfatizan elementos importantes de la arquitectura con sinuosas luces indirectas que definen geometrías concretas, a la par que generan atmósferas enormemente teatrales, místicas y cargadas de romanticismo.
Los materiales y acabados se eligieron en base a dos premisas: bajo mantenimiento y cómoda limpieza. Todo ello bajo una estética elegante, de corte aséptico pero con pinceladas de calidez garantizadas por acabados naturales como la madera.
«El ambiente elegante y sutil es fruto de una cromática muy trabajada. Se juega con neutros fríos en contraste: matices grises muy claros (en paredes, suelos y tapicerías) y algunos tonos casi negros (espejos fumé y armarios de chapa negra). Los muebles y superficies de roble natural aportan calidez. Con un proceso de blanqueado, la madera se tiñe de cierta frialdad para integrarse en la gama grisácea», —relataba en el mencionado artículo de El País Semanal la periodista especializada en arquitectura, Ana Martínez Nebot.
La joya de la corona, una terraza en cubierta con vistas a la bahía de Riazor ( A Coruña).
La bahía de Riazor, la ensenada del Orzán, la Torre de Hércules, o incluso la torre de control marítimo, o el estadio del Deportivo de la Coruña, son algunas de las postales características de la ciudad que se aprecian desde esta terraza de 40 metros cuadrados situada en la cubierta, totalmente transitable, del edificio.
Nuevamente, se utilizan la mínima cantidad de elementos para no renunciar a ninguna comodidad o uso. Una barbacoa portátil oculta bajo una multifuncional encimera con fregadero que, además, funciona como banco de trabajo para la jardinera, destinada a especias y plantas aromáticas utilizadas en cocina, situada justo delante.
Una mesa para 8 comensales, en el mismo material de exteriores que suelo, bancos y encimera (tarima para exteriores Relazzo, de la marca Rehau); puede ampliarse para dar cabida a reuniones de 15-20 personas, gracias de nuevo a una bancada corrida.
La mesita de centro, retroiluminada por la noche, traslada durante el día la luz natural a los baños y la habitación principal en la planta inferior.
Por si el plan fuera poco apetecible, disponemos otro banco con cojines preparados para el descanso, después de tomar un relajante baño de espuma en una bañera, rodeada plantas trepadoras, con vistas a la bahía coruñesa y al bélico y exquisito Monte de San Pedro.