Pocas cocinas gozan de tanto reconocimiento internacional como la italiana y la mexicana. Sin embargo sus verdaderos conocedores claman al cielo cuando ven nata en la carbonara, unos nachos de bolsa o un guacamole de lata.
Vuelta a Tampico
Como INterioristas EStratégicos buscamos objetivos empresariales y, en este caso, todo pasaba por lograr que el cliente sintiera México y se viera inmerso en una experiencia auténtica que comienza incluso antes de cruzar la puerta del restaurante.
Para que todo funcione de forma coherente no hay como volver la mirada a la naturaleza, a las ciudades, a la cultura… A todo aquello que, siendo reconocible, lleva tiempo funcionando. Nosotros nos fijamos y nos inspiramos en Tampico.
Tampico es una ciudad portuaria situada en el Golfo de México, en el estado de Tamaulipas. Tanto su gastronomía como sus construcciones desprenden una clara influencia criolla. Concretamente francesa, no en vano la ciudad estuvo bajo gobernación gala en el siglo XVIII. Con gran presencia de forjas, ornamentaciones y estructuras de madera típicas de Luisana, originalmente construidas por y para los «emigrados» criollos que escaparon a los prejuicios del sur de los Estados Unidos en el siglo XIX, comenzando una nueva vida en muchos destinos mexicanos como Tampico. De hecho, en algunos foros turísticos, Tampico es conocida como la nueva orleans de México.
Nada como traer esa influencia criolla a Nana Pancha para imbuir al visitante en el México auténtico a través de esta reconocible arquitectura. Así, ya en nuestro terreno/diseño utilizamos colores vivos, madera, forja y vegetación; todos ellos presentes en el Tampico criollo.
Curiosamente, la entrada original del local está presidida por dos pilares que recuerdan a esos porches criollos soportados por esbeltos pilares de madera. A pesar de que la normativa urbanística nos impide actuar en fachada tratamos de preservar su protagonismo.
La Cantina, entre el bar y el restaurante
Nana Pancha quiere ganarse el alma de la gente como «una cantina donde se siente el México más auténtico». Quiere ser ese lugar donde a cualquier hora puedas acudir a tomar unos «tacos con tragos» y sentirte a gusto en la autenticidad de una cultura gastronómica enraizada en el disfrute vital sin chingaderas.
De este modo, se disponen dos espacios claramente diferenciados. A la entrada una majestuosa barra preside la zona de cantina, lugar en el que disfrutar a cualquier hora de un buen tequila, un elegante mezcal o un cocktail acompañado de unos tacos, un guacamole o un aguachile.
Una atmósfera picante, canalla y dinámica acompaña al visitante entre vegetación, forja, hormigón y revestimientos de barro y madera que nos unen a las raíces de la tierra mexicana.
La Hacienda, donde México se relaja
Pero también hay otro México, más relajado y confortable pero igual de auténtico. Un México de sabores y colores intensos. Un México en el que el rojo picante de La Cantina da paso al azul caribe de La Hacienda.
El barro y la madera siguen muy presentes en La Hacienda. El suelo, de hormigón pulido y barro en La Cantina, se convierte ahora en madera de roble. El mobiliario, aún liviano para no encoger el ya de por sí reducido espacio, es cómodo, confortable y evocador. Los sobres de las mesas, antes de mármol, ahora también de madera.
Cocina y alacena, verdaderos protagonistas de este espacio junto a la iluminación. La cocina, semiabierta, se enmarca en ventanales con mallorquinas inspirados en Tampico que dejan a la vista un representativo revestimiento de baldosa prensada que, ya en la alacena y estratégicamente iluminada, capta la atención del comensal y evoca esa sensación de nostalgia que nos recuerda la casa de nuestras abuelas. Aquel lugar donde siempre comíamos bien, donde siempre fuimos queridos, donde siempre quisimos volver.
Porque en realidad eso es a lo que aspira La Nana, a convertirse en aquel lugar al que siempre queremos volver.
¡Larga vida a Nana Pancha!