La sociedad ha sufrido una transformación radical a lo largo de los últimos años. Las empresas no podemos dar la espalda a este nuevo statu quo dado que vivimos de, para y por las personas. Bebemos de la sociedad. Los negocios han de adaptarse a esta nueva situación, y el interiorismo inteligente ha de ofrecer respuestas en lo que le toca.
Tal y como comentamos en alguna entrada anterior del blog, la denominada globalización, la mayor predisposición a la apertura cultural y social, la abundancia de productos y servicios muchos de ellos similares, la automatización de procesos, la guerra de precios y la proliferación del mundo digital han favorecido un enorme enriquecimiento humano, pero han acabado con con el sistema empresarial que hemos venido utilizando en las últimas décadas. Esto no es ni bueno ni malo, esto es así, y con ello hemos de convivir.
Por el camino y mientras todo esto sucedía la curva de la economía ha ido evolucionando a la baja, por expresarlo de alguna manera elegante, generándose de este modo una situación paradójica con una dicotomía difícil de digerir: Tenemos muchas más necesidades que antaño, no estamos dispuestos a renunciar a nada y por contra los recursos de los que disponemos son, en el mejor de los casos, ajustados.
En este contexto de necesidad es dónde nacen las ideas brillantes, tal y como Einstein manifestó en sus archiconocidas citas repetidas hasta la saciedad en este tiempo de vacuo optimismo dospuntocero. La falta de medios nos obliga a tirar de ingenio y talento como principal arma para enfrentarnos al día a día.
Así como en lo personal e incluso profesional en los últimos años observamos como nos hemos vuelto un poco más expertos en todo, por aquello de que las dependencias implican gasto, el mundo del Diseño Interior y Arquitectura no podía ser una excepción. Los hábitos personales han trascendido al Diseño, en todas sus variantes.
En el estudio, incluso con anterioridad a la llegada de momentos difíciles como los actuales, siempre nos hemos sentido muy cómodos en este sentido y hemos practicado un interiorismo que bien podría denominarse interiorismo inteligente, eficiente o responsable, capaz de ofrecer más con menos. Podríamos resumir este tipo de diseño interior de la siguiente manera:
– Multiplicar funciones. Un mismo elemento puede desarrollar varias funciones dependiendo del momento u ocasión. En este sentido hemos diseñado desde mesas que también son revisteros a muebles de salón que pueden funcionar como bancada (asiento), pasando por mostradores de espacios comerciales que cubren la función de expositor o incluso mesados que integran zona de comedor con despacho de oficina… Las posibilidades son infinitas, el límite lo pone la imaginación.
– Multiplicar usos. Una misma estancia puede adaptarse según el momento a diferentes usos. Hemos de entender los espacios, bien sean residenciales o comerciales como máquinas, capaces de transformarse y adaptarse a diferentes situaciones. En este sentido hemos llegado a proyectar una vivienda en la que todos los usos de la misma comparten superficie (ver vídeo).
Viviendas cada vez más pequeñas en las que ya todos queremos un vestidor, espacios comerciales en los que realizar tareas complejas, con mejor apariencia pese a contar con muchísimos menos recursos, etc… situaciones que se han vuelto tan reales y cotidianas que a día de hoy son las habituales y seguirá siendo así por muchos años.
Resulta imprescindible en estos casos el diseño de piezas y elementos creados y construidos para la ocasión, siendo complicado alcanzar esta multiplicación de usos o funciones con elementos existentes en el mercado (estándar). Es por ello que no debemos renunciar o sentirnos incómodos enfrentándonos al diseño de piezas especiales, inexistentes hasta el momento, pero que para nuestro caso particular resuelven una situación concreta.
La iluminación en interiorismo, una vez más, también tiene mucho que aportar en este sentido. Una misma estancia se puede transformar para diferentes usos en base a cambios provocados en la misma a partir de un correcto proyecto de iluminación.
El diseño ha madurado también en este sentido, se ha hecho más inteligente, ha evolucionado para responder a un amento de necesidades con una simultanea reducción de recursos.
La solución a una situación tan compleja pasa por echar mano del ingenio, puesto que la renuncia no entra en nuestros planes. En diseño y arquitectura, como en la vida, es necesario servir tanto para un roto como para un descosido.