Sigue leyendo y te contamos los pormenores del diseño interior de este singular restaurante en la atalaya de A Coruña…
Un diseño interior de restaurantes que casi no es diseño
Un restaurante gastronómico, y más con Estrella Michelín, necesita un espacio que simplemente acompañe la experiencia, que esté a la altura de un protagonismo absoluto de la cocina y que, en este caso, dada la privilegiada situación que ocupa y las incomparables vistas, que el diseño no interfiera, que acometa su función y se haga a un lado. Es por ello que se ha priorizado el confort y la experiencia del usuario por encima de todo.
La cocina de Luis e Iria es la protagonista indiscutible, secundada por las vistas, que en días claros llegan a Ferrol, mar mediante, y en días de lluvia son, si cabe, todavía más espectaculares.
Bajo una consigna de mínima intervención sobre lo existente, en sala simplemente se aplica un acondicionamiento cromático sobre paramentos verticales para fomentar la relajación del comensal, y se acompaña por un suelo en microcemento de tonos arenosos, dejando actuar a los grandes ventanales abiertos a la bahía de Riazor.
Se selecciona el mobiliario, pero se diseñan ad hoc las mesas del restaurante, con sobres en madera de formas orgánicas que priorizan la orientación al mar, pies robustos y metálicos, y cada una única e incomparable, de diferentes tamaños y para diferentes necesidades.
Se instala una gran cocina de pase en mitad de la sala, con el objetivo de acercar la experiencia del showcooking al comensal y facilitar la operativa, y se apuesta por unos baños mixtos de marcada esencia marina, con ondulantes paramentos metálicos teñidos de intenso azul que recuerdan a la superficie marina, y una iluminación de carácter escenográfico a base de apliques con forma de concha.
En definitiva, se aplica con discreción un diseño interior que casi no es diseño. Que acomoda la permanencia de lo anterior al absoluto protagonismo de la cocina Luis Veira y el mar de A Coruña.
¡Larga vida a Árbore da Veira!
Fotografías realizadas por Héctor Santos-Díez.