Iceberg. Solo una octava parte de un iceberg es visible en superficie.En la vida, todo lo que vemos es tan solo una interpretación de la realidad. Una realidad más o menos compleja, más o menos bella, más o menos real. Pero en cualquier caso, lo que hacemos cuando miramos algo es interpretar en base a las sensaciones que nos produce la visión. Esto, lógicamente, también ocurre en interiorismo y arquitectura, y dependiendo del grado de conocimiento de la profesión podríamos llegar a interpretarlo, valga la redundancia, como una injusticia.

La apariencia final de un proyecto cualquiera se obtiene como resultado de una serie de decisiones concatenadas cuyo objetivo es resolver problemas enlazados. Y a su vez, como interioristas pretendemos que provoque sensaciones, intentamos incluso controlar tu interpretación, pero siempre desde la base, como si fuera una actuación coral entre lo que se ve y lo que no se ve.

Un error habitual en interiorismo es centrarse en una apariencia final muchas veces basada solo en términos estéticos. Como decía anteriormente, desde el punto de vista del observador esta situación puede entenderse como una injusticia. Sin embargo desde el punto de vista del profesional supone un comportamiento negligente en toda regla que suele materializarse en proyectos que van mutando con el tiempo durante la ejecución en base a imprevistos constructivos surgidos como respuesta a una evidente falta de planificación técnica.

El planteamiento ideal sería establecer una línea estética conductora en base a unos objetivos e ir arrastrando procesos en sentido constructivo inverso hasta llegar al inicio, para finalmente diseñar una solución global que funcione en todos los sentidos. En realidad, lo que no ves de un proyecto de interiorismo es lo que sustenta tu interpretación de la realidad.

Automóvil Mercedes

Es cierto que sobre gustos no hay nada escrito, pero supongamos por un momento que el automóvil de la imagen es extremadamente bello, que necesitas un coche y que dispones del ahorro suficiente para comprarte este modelo.

Siguiente paso, vas al concesionario y te lo compras. Te lo envían a casa por mensajería, te lo colocan en el garaje y desde ese momento te pasas las tardes libres contemplando tu coche hasta que empieza a oxidarse y deja de ser extremadamente bello para convertirse en un objeto extremadamente inservible a todos los efectos —puesto que para desplazarte nunca sirvió.

Si pudiéramos arrancar el techo en un proyecto de interiorismo entenderíamos que ser diseñador de interiores es mucho más que elegir colores

La estética vacía es efímera. Y el tiempo de aceptación de una determinada moda estética es cada vez menor. En el caso de un coche diríamos que ha de servir como mínimo para desplazarse, además del disfrute estético, de pertenencia a grupo, identificación de valores, etc.

Para que un coche se desplace ha de tener motor, ruedas, transmisión, depósito de carburante, sistema de refrigeración… Si levantamos el capó del vehículo en cuestión podremos intuir la precisa ingeniería que hay detrás de todo ello. De la misma manera, si pudiéramos levantar el suelo, el techo o arrancar los revestimientos verticales en un proyecto de interiorismo entenderíamos que ser diseñador de interiores es mucho más que elegir colores, materiales constructivos, iluminación, acabados, etc. De hecho, en lo referente a la práctica actual en el estudio, lo que lleva días quitándome el sueño es el correcto funcionamiento de la instalación de climatización de un proyecto, no su acabado estético.

Cada enchufe, cada elemento estructural, cada rejilla o difusor lineal de climatización estará en el lugar preciso y con la dimensión exacta. Cada tubo, conducto o elemento de preinstalación discurre por donde hemos pautado, porque así es como debe ser para garantizar la apariencia estética final que tú interpretarás de acuerdo a nuestros objetivos y tu contexto personal.

Tan solo un porcentaje cercano al 12% de un iceberg puede verse en superficie. Sin embargo dicen los que han podido disfrutar de esta experiencia que es el summun de la inmensa y basta belleza natural de nuestro planeta. Para mi, una vez más, supone la confirmación de que lo oculto sustenta el protagonismo de la apariencia exterior de las cosas generando lo que conocemos como «belleza integral».

Imágenes: Iceberg Wikipedia CommonsWinning Automotive Photography

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