De la misma manera que uno no llama a un concesionario para preguntar cuánto cuesta un coche, no llama a una carnicería para preguntar cuánto cuesta la carne, a una frutería para preguntar cuánto cuesta la fruta o a un banco para preguntar cuánto cuesta una hipoteca; no debería llamar a un estudio de interiorismo para preguntar cuánto cuesta el interiorismo.
Cuánto cuesta… ¿el qué?
Dice Úrsula Le Guin, escritora estadounidense, que «no hay respuestas correctas a preguntas equivocadas». Pues bien, las anteriores no pueden ser, por imprecisas, más equivocadas. Estas serían las preguntas correctas:
- ¿Cuánto cuesta este BMW Serie 1, motor diesel, 3 puertas, acabado Urban…?
- ¿Cuánto cuesta el Kg de lomo de ternera adobado?
- ¿Qué tarifas me ofrecéis para una hipoteca a 20 años, con un trabajo fijo en una agencia publicitaria, sueldo de 1.200 €/mes…?
- ¿Cuáles son vuestros honorarios por diseñar un restaurante en Madrid, en un espacio de 150 metros cuadrados, 10 metros lineales de fachada, destinado a un público foodie de nivel adquisitivo medio, con una carta compuesta solo de pequeños y elaborados entrantes…?
A estas preguntas ya podríamos responder de manera precisa, con un número, que es lo que interesa al cliente. En el caso que nos ocupa, sobre los honorarios de un interiorista, ya podríamos elaborar un presupuesto cerrado. Pero ojo, no es esto lo que suele buscar el cliente, no en vano, habitualmente, los honorarios de un interiorista solo suponen un 5% de la inversión total.
Cuanto un cliente pregunta cuánto se va a gastar suele referirse al total de la inversión. La primera corrección que yo haría es que, sobre todo cuando hablamos de diseño interior corporativo, el interiorismo no es un gasto, es una inversión. El interiorismo te ayuda a vender más, a vender más a menudo y a vender más caro, si es el caso. Solo con esto resulta obvio que el interiorismo corporativo es el arma más eficiente con la que puede contar un empresario, pero es que además un buen interiorista hará que la inversión en la ejecución, la fase con mayor peso económico en el desarrollo inicial del negocio, se reduzca considerablemente, al contrario de lo que muchos piensan. El buen interiorismo no es caro, el malo sí.
Aproximadamente, la ejecución/obra/reforma supone el 85% de la inversión total en la puesta en marcha de un local comercial. Dada su magnitud y peso dentro de la inversión total, este dato es el que suele interesar al cliente en un inicio. Es el dato necesario, por ejemplo, para validar un modelo de negocio, para analizar la viabilidad del mismo antes de incurrir en gastos. A la ejecución suele referirse el cliente cuanto pregunta cuánto me voy a gastar.
Por tanto, si eres interiorista pon atención en la respuesta, y si eres cliente, haz la pregunta adecuada. Pero, siempre hay un pero, lamento ser portador de malas noticias. En este momento y siendo serio, antes de realizar el proyecto de interiorismo es imposible conocer con exactitud el importe de la ejecución. Es decir, antes de decidir el coche que quiero mal me pueden decir cuánto cuesta.
Primero se desarrolla la fase de redacción del proyecto de interiorismo, el diseño completo del espacio, incluido (en nuestro caso) el mobiliario personalizado. En este se define detalladamente la ejecución y, en este momento, sí se puede precisar el presupuesto de inversión en la reforma.
Se ejecuta un proyecto. El proyecto define la ejecución y esta, de forma recíproca, depende del proyecto. La ejecución, las calidades, métodos constructivos, distribución del espacio, materiales, función, recorridos… Todo, absolutamente todo, se define en el proyecto, y no cuesta lo mismo ejecutar un proyecto que otro. Esto puede resultar obvio para muchos pero recibimos llamadas a diario con esta pregunta, luego no está tan claro. Presupuestar una ejecución antes de redactar el proyecto correspondiente es imposible y nada serio.
Pero no está todo perdido. Si bien resulta imposible presupuestar una ejecución antes de redactar un proyecto, sí es posible, y recomendable, estimar la inversión en la ejecución antes de incurrir en cualquier otro gasto. Esta estimación, resultado de una media aritmética ponderada sectorialmente y tamizada por la experiencia, deber ser utilizada como una mera orientación para analizar la viabilidad de un negocio, nunca como un presupuesto cerrado.
Fijar el error o variabilidad de la estimación en ejecución antes de realizar un proyecto es una tarea difusa porque depende de múltiples variables que escapan al interiorista en ese momento. Solemos hablar de intervalos pero, desde nuestra perspectiva, resulta ciertamente conflictivo, porque el cliente suele agarrarse a esta cifra, en caso de ser favorable, llegado el presupuesto final. Y no olvidemos que el presupuesto de ejecución final depende en gran medida de las decisiones tomadas por el cliente durante la redacción del proyecto. Aunque no es menos cierto que mientras no se ponga la primera piedra siempre hay margen de maniobra.
Seas cliente o interiorista debes hacer las preguntas correctas. Analiza las respuestas antes de tomar cualquier decisión y no hagas nada de lo que no estés seguro. Dice el proverbio chino que «el que hace una pregunta es un tonto por cinco minutos, y el que no la hace sigue siendo un tonto para siempre».
Imagen: Chesi – Fotos CC