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Interiorismo Ático-Piso-Vivienda en A Coruña. Salón, espejo fumé, sofá a medida forrado en terciopelo gris

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Cuando como interioristas nos enfrentamos al diseño de un espacio es humano centrarse en aquello más próximo a nosotros. En lo que podemos tocar, pisar, acariciar… En lo perceptible a primera vista. Y luego, generalmente luego, pensamos en el techo. ¿Motivo? Lo desconozco. Quizá porque le concedemos un papel secundario, excesivamente simple. Lo vemos como un elemento necesario, por razones obvias, como una tapadera. Pero a medida que avanza el diseño el techo se hace presente en toda su inmensidad y se nos viene encima. Nos tapa y nos encoge creativamente.

En el sueño de cualquier interiorista hay un espacio con techos altos. Muy altos. Nos encanta aquello de posicionar la figura humana en una escala exagerada. Ensoñamos un gigantismo espacial increíble para esta sociedad. Pero la realidad hace que bajemos a la tierra, y nos tapa. Por desgracia en la gran mayoría de espacios sobre los que trabajamos la altura de los techos ya ha sido exprimida al máximo, por aquello de aprovechar hasta el último metro cúbico. Ya sabes: habitabilidad, rentabilidad, especulación urbanística, etc.

Te muestro a continuación un pequeño resumen con algunas soluciones que los diseñadores utilizamos para lograr el máximo provecho posible a la altura de un espacio y potenciar así la sensación de amplitud.

1. Color

Las diferentes sensaciones que provoca el color en el ser humano son de sobra conocidas. Estas pueden variar en función de la cultura, procedencia e incluso la educación recibida. Pero existen ciertos estándares que podríamos definir como invariables.

A saber, a medida que un color se hace más oscuro lo percibimos como más pesado. Si, al contrario, se hace más claro ganamos en ligereza. Por tanto, si nos encontramos ante el diseño de un espacio con poca altura, los colores y acabados elegidos para el techo habrían de ser, en la medida de lo posible, claros. Ahora quizá entiendas mejor por qué el 99,99% de los techos se acaban en blanco. Aunque es probable que pocos se lo hayan cuestionado.

Pero ojo, en ocasiones es precisamente este tipo de relaciones tan asentadas el que nos facilita una solución diferencial. Nunca aceptes en diseño una teoría inquebrantable.

2. Geometría

La disposición de ciertos elementos geométricos puede favorecer, o perjudicar, la sensación de amplitud. Por ejemplo, si disponemos piezas de mobiliario con predominio de verticalidad el volumen se percibirá mayor y parecerá que el techo se aleja del suelo.

Imaginemos un papel para revestimiento de paredes con un diseño simple de líneas. Pues bien, si lo colocamos de tal forma que estas líneas se dispongan horizontalmente la sensación de altura será menor. El techo se nos cae encima. Mientras que si lo hacemos al contrario y el sentido de las líneas es vertical contribuiremos a conseguir esa deseada sensación de altura.

Podemos lograr efectos similares jugando con las piezas de mobiliario o los objetos de decoración como cuadros o cortinas. Busquemos elementos con predominio vertical: cortinas exageradamente largas, sin dibujo o detalles verticales, cuadros en formato vertical, figuras decorativas esbeltas…

3. Iluminación

Una vez más, y no me canso de repetirlo. El secreto de los profesionales del diseño es el proyecto de iluminación.

Para acentuar la altura de los techos debemos buscar una iluminación, en la medida de lo posible, indirecta. Intentaremos generar una atmósfera iluminada restando protagonismo a los puntos de luz. Esto generará una sensación de ingravidez que nos ayudará a percibir más altura de la que realmente tenemos.

Una de las soluciones más habituales para elevar una zona de techo es realizar un foseado perimetral de luz indirecta. Es sencillo y efectivo.

4. Instalaciones

Los techos son tratados injustamente desde el punto de vista del diseño y es precisamente en el capítulo de instalaciones cuando más se descuidan. Los techos suelen ser portadores de cajas para registros de climatización, rejillas de ventilación, detectores de presencia, detectores de humos, detectores de alarmas, aparatos de iluminación, altavoces, etc. La presencia de tantos elementos capta nuestra atención. Adquieren tal protagonismo que provocan que nos centremos en los techos cuando lo que deseamos es que pasen desapercibidos, dicho esto siempre y cuando nos interese acentuar la sensación de altura.

Con esto quiero decir que cuando disponemos de techos bajos debemos evitar disponer elementos, del tipo que sean, sobre/bajo los mismos. Ya sé qué estarás pensando: «¿y dónde los pongo?»

Bueno, nadie dijo que diseñar fuera sencillo. 

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