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3 razones para fijarse en el interiorismo corporativo.- No, lamento ser portador de malas noticias pero ya no serás el primer empresario que se percata del peso que tiene un buen interiorismo comercial o corporativo en su cuenta de resultados. Pero quizá llegues a tiempo si prestas atención y entiendes realmente los motivos de tal afirmación.

Decía Peter Drucker que «en realidad marketing y ventas son conceptos antagónicos. Si hemos hecho un buen marketing puede que no sea necesario vender, en el sentido estricto de la palabra». Y es que ya se sabe que los perdedores son aquellos que venden lo que saben hacer, y los ganadores hacen lo que saben que pueden vender. ¿Qué quiere decir esto? Pues que si cubrimos las necesidades del cliente y conseguimos hacerle llegar el mensaje adecuado estaremos en el camino correcto hacia el éxito empresarial.

3 razones para fijarse en el interiorismo corporativo

1) Un espacio comercial es aquello que se interpone entre un empresario y su cliente

Interiorismo corporativo en Aurum pensión, en O Barco de Valdeorras, Ourense

Pensión Aurum

Has leído bien: «interpone». ¿Por qué «interpone»? Pues porque en muchas ocasiones al cliente solo se le interponen barreras en tienda. Interiorismo corporativo que solo es corporativo por darse en una empresa, pero no es interiorismo: fachadas equívocas, cerradas, ausentes de mensaje. Pasos estrechos, iluminación inconveniente, dificultad de acceso, errónea disposición de producto, desarrollo interno mal planteado o directamente desatendido. Estética equivocada, materiales y acabados fuera de contexto, disposición de personal intimidatoria, etc, etc —mejor lo dejo aquí.

La misión del interiorista corporativo es tender puentes, eliminar barreras entre el empresario y el consumidor. Y esto solo es posible con una plena orientación al cliente. Se preguntaba Philip Kotler, «¿quién debe diseñar en última instancia el producto? El cliente por supuesto».

Pongámonos en el lugar del cliente pues. ¿Qué es lo que hay entre el cliente y el empresario? Un espacio comercial. La tienda (espacio comercial de todo tipo) es el mayor y por tanto el más importante punto de contacto con el consumidor. Como empresario, ¿serías capaz de encontrar alguna razón de peso para no prestarle atención al diseño de ese espacio comercial? Seguro que no, y no me vale aquello de que el interiorismo es caro. Si piensas que el buen interiorismo es caro prueba con el malo. De todos modos, si piensas así, en el siguiente enlace tienes la prueba más evidente de que estás equivocado:

En realidad un interiorista comercial no es más que un mero transmisor de mensajes. Somos comunicadores. Veamos pues en qué consiste esto de la comunicación.

En todo proceso comunicativo existen los siguientes elementos:

  • Emisor: empresario. El que transmite el mensaje ayudado por el interiorista corporativo.
  • Receptor: cliente. El que recibe el mensaje.
  • Mensaje: información corporativa que se quiere transmitir.
  • Canal: soporte físico por el que circula en mensaje.
  • Código: conjunto de reglas y signos conocidos por todos.
  • Contexto: relaciones establecidas entre las palabras que aclaran y enriquecen el mensaje.

Presta atención. Lee y analiza nuevamente los elementos que intervienen en la comunicación entre empresario y cliente.

Vuelve a hacerlo.

Y ahora vuelve a hacerlo. Analiza los elementos que forman parte de todo el proceso, y hazlo ahora en relación al espacio comercial o tienda (entendamos tienda en el sentido más amplio de la palabra: bar, restaurante, tienda de moda, clínica estética, oficina, joyería, óptica, agencia de comunicación, etc).

El receptor (cliente) entra en el canal (tienda —algún purista diría que el aire es el canal, pero este se encuentra influenciado por el diseño de la tienda—) y recibe el mensaje (modulado por el interiorista) del emisor (empresario), conformado este, además del código, por un contexto (tienda) apropiado y consecuente.

Por tanto, si quieres comunicar correctamente presta atención al contexto, es decir al espacio comercial donde tiene lugar la parte fundamental de la comunicación, esto es interiorismo corporativo.

2) No hay mejor argumento de venta que tus zapatos

Interiorismo corporativo en Mundaka World, tienda de moda urbana en Santiago de Compostela.

Mundaka World

El mensaje ha de transmitir perfectamente el valor diferencial de nuestra empresa, y ha de ser, ante todo, creíble.

La credibilidad, gran asignatura pendiente de los políticos actuales, se pone en entredicho cuando los hechos no se corresponden con las palabras. Es relativamente sencillo construir un mensaje y lanzarlo a los cuatro vientos, pero para resultar creíble los hechos han de ir en consonancia. El código podría estar perfectamente modulado pero si el canal y el contexto no son los adecuados el cliente desconfiará, y lo habremos perdido.

Los zapatos son, todavía, un complemento ciertamente desatendido, pero exageremos la metáfora para entenderla perfectamente. ¿Qué pensarías de un hombre vestido con traje italiano y chanclas en los pies? ¿Dirías que es elegante, serio, informal…? No hay nada de malo, ni de bueno, en pretender mostrarse informal, serio, austero, juvenil, o lo que fuera. En cualquier caso no son más que simples atributos. Pero lo que nunca podrás es mostrarte serio y jovial a la vez, o joven y maduro.

Como empresario has de tener bien claro el atributo que quieres trasmitir a tus clientes y poner todos los medios a tu alcance para que el mensaje resulte creíble. No pretendas vender un producto de calidad si tu espacio comercial (tienda) está mal conceptualizado, rematado con tarima de oferta y vestido con mobiliario de Ikea — el viceversa tampoco funcionaría.

El interiorismo corporativo es capaz de utilizar el código adecuado para modular estratégicamente el mensaje correcto elegido por el empresario. Y no hay mejor mensaje que aquél que el receptor escucha cómodamente, sin rutilantes presunciones. Aquel en el que las piezas encajan en gravedad, sin rozamiento, y componen un contexto homogéneo apenas percibido en pro del verdadero protagonista: el cliente.

3) Por mucho que te empeñes no podrás cocer lentejas con un iPhone

Óptica Tu Visión II, en Ponferrada, León

Óptica Tu Visión II, en Ponferrada, León

El buen interiorismo corporativo es aquel que consigue un perfecto equilibrio entre factores estéticos, estructurales y funcionales. Como tantas otras veces en el equilibrio se encuentra la virtud, pero nos detendremos ahora en la funcionalidad.

Destacamos el Form follow function (la forma sigue a la función) porque es más habitual de lo que debiera encontrarse con el proceso inverso, un cierto interiorismo corporativo en el que priman en exceso los factores estéticos. Como digo, la estética debe jugar un papel fundamental en la diferenciación corporativa y a la hora de modular el mensaje conveniente, pero no debe imponerse nunca a la funcionalidad. En diseño siempre, repito siempre, debemos salvaguardar el equilibrio conveniente —énfasis en conveniente.

Atendiendo a la metáfora, está claro que Apple revolucionó el mercado tecnológico y musical con el iPod, luego con el iPhone, iPad… Pero ninguno de estos aparatos serviría para cocinar un buen cocido. Obvio, lo sé. Sé que esto lo tenemos claro, pero ¿tienes clara la estética que le conviene a tu negocio? ¿o pretendes aplicar el proceso a la inversa: seleccionar una estética que te gusta y aplicarla al espacio comercial de tu negocio?

Un espacio comercial se utiliza para vender, pero también para trabajar, también para comprar, también para disfrutar… en definitiva, una tienda se utiliza, se usa. Por tanto deber ser usable. En ocasiones nos encontramos con pavimentos deslizantes donde debería primar la estabilidad, pavimentos de interior en exteriores, espacio de almacenamiento desaprovechado —algunos siguen olvidando la tercera dimensión—, disposición de trabajos y recorridos poco o nada eficientes, acabados y selección de materiales de difícil mantenimiento en sectores donde este atributo es crucial, iluminación mal proyectada, etc, etc.

Diseñar un espacio comercial no es un juego, no es elegir este o aquel acabado con mayor o menor gusto, es modular una comunicación sincera y creíble entre dos partes, empresario y cliente, a través de un mensaje estratégico con el que ambos se sienten cómodos.

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