El fenómeno food trucks, o foodtrucks, tal como lo empezamos a conocer en España, «reaparece» en EEUU en 2009. Con la crisis, muchos jóvenes cocineros y aventureros se encuentran sin empleo y sin posibilidad de abrir su propio restaurante. Con una inversión menor y un modelo de negocio flexible y a medida del ritmo de vida americano estos camiones de comida ambulante son hoy parte del decorado y atractivo de ciudades como Nueva York o Washington, donde incluso el reconocido chef español José Andres tiene su propio food truck llamado «Pepe food truck».
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Sé que te estarás preguntando qué diantres tendrán que ver los food trucks con el diseño de restaurantes. Bueno, al fin y al cabo los food trucks restaurantes son, y todo, absolutamente todo se puede enfocar mejor desde el punto de vista del diseño.
La historia de los «food trucks» comienza en la guerra civil americana con los «chuckwagons»
Tras la guerra civil americana, en la segunda mitad del siglo XIX, mucha gente se desplazó hacia la Costa Oeste en busca de prosperidad. Familias enteras recorrían miles de kilómetros en carretas. Las condiciones eran infrahumanas y la alimentación suponía una de las mayores dificultades en las largas jornadas de camino. Así es como nacieron las chuckwagons, una suerte de carreta habilitada para el trasporte de alimentos que en determinado momento podía transformarse y hacer las veces de cocina ambulante.
De alguna manera, aquellas chuckwagons se han convertido hoy en food trucks (foodtrucks). La situación es muy diferente —por suerte— pero el fundamento es similar: Ofrecer comida ‘on the go’ renunciando a gastos de establecimiento en favor de la economía sin perder de vista la calidad del producto y la creatividad, tanto en la elaboración como en el modelo o incluso el diseño del propio food truck.
Ojo. No confundir «food trucks» con comida basura
Que los inicios de los food trucks se hayan dado en un país como EEUU en el que la comida basura campa a sus anchas, unido a que la traducción literal en España, «puestos de comida ambulante», nos evoca el carrito de hot dogs a la salida de la discoteca o el puesto de patatas fritas revenidas en las fiestas del pueblo; todo ello, podría provocar que en un primer momento asociemos los food trucks a comida de baja calidad, y nada más lejos de la realidad.
El fenómeno food truck todavía no está demasiado extendido en España, pero a tenor de lo visto en en países como EEUU, o ya en Europa, Bélgica o incluso Francia, donde se les conoce por camions —hace unos años nadie podría imaginar un food track en la cuna de la Nouvelle Cuisine—, podríamos destacar las siguientes características diferenciales de los food trucks:
- Juventud. Suelen estar impulsados por cocineros jóvenes y aventureros. El target objetivo también suele ser juvenil, aunque este modelo tiene mucho recorrido y mucho por innovar en cualquier sentido.
- Calidad. Como reza el titular, el fenómeno food trucks nada tiene que ver con la comida basura. Se busca y ofrece una vuelta de tuerca creativa en la elaboración y en producto.
- Gamificación. Esto es una visión muy personal, pero entiendo que gran parte de éxito del formato foodtrucks radica en la gamificación del concepto. Los usuarios siguen a sus foodtrucks preferidos en las redes sociales para enterarse de los recorridos y ser los primeros en recibirlos en una nueva ubicación. Esta interacción, cercanía y sentido de exclusividad otorgan a los foodtrucks ese punto divertido que tanto gusta a los jóvenes hiperconectados de hoy en día. Mucho por innovar en este sentido…
- Flexibilidad. Una de las ventajas fundamentales de los food trucks es la flexibilidad geográfica y temporal —dentro de la restrictiva legislación española— para adaptarse a las necesidades del cliente.
- Diseño. Cómo no, el diseño y la originalidad vuelven a ser determinantes. He visto decenas de food trucks en internet para analizar y escribir este artículo, y te puedo asegurar que los que figuran en las típicas listas ‘top 10’ no están exentos de una importante carga creativa; y eso sin entrar en pormenores o conocimiento directo del producto en sí.
En España legislación sí, flexibilidad no
Según el blog Gastroeconomy, en España la venta ambulante de alimentos está regulada, pero restringida a lugares o eventos determinados como mercadillos, ferias, festejos populares o en puestos aislados. Es decir, la movilidad absoluta para los food trucks no existe.
En EEUU se organizan anualmente los «Vendy Awards», algo así como los Óscar de los food trucks. En Nueva York, cuna de los food trucks, incluso existen asociaciones como «New York City Food Truck Association» que defienden y velan por los intereses de sus asociados. En España, ante las protestas de los hosteleros y la inmovilidad de la administración han surgido iniciativas en pro de la flexibilidad legislativa a través de las redes sociales, pero el fenómeno food trucks es, de momento, puramente testimonial.
«Food trucks» a la española
Si alguien sabe y gusta de pasar tiempo en la calle esos somos los españoles, y quizá el resto del mediterráneo. Por tanto parece que antes o después acabaremos adaptando el concepto food truck a nuestros usos y costumbres. Estos son algunos de los food trucks que funcionan en la actualidad en España.
- Perrito Bravo. Es el precursor de los food trucks en España y lleva vendiendo perritos de carne de calidad, 100% ibérico, desde 2008. Antes de que en EEUU se «patentara» la tendencia, Koldo Rodero, chef con Estrella Michelín en Pamplona, puso en marcha Perrito Bravo, un negocio de comida ambulante que incluso franquicia sus carritos.
- La Hambroneta. Ya con el fenómeno food truck totalmente asumido, en 2012 Leire Pérez puso a andar por las calles de Bilbao La Hambroneta, primer food truck español distinguido con la Q de calidad turística.
- A Tixola. Nacho Rodríguez y Lucas Requejo pusieron en marcha este proyecto en Galicia en 2013 al margen del concepto food truck, del que reconocen supieron de su existencia a posteriori. A Tixola aparece y desaparece durante el periodo estival en la playa de Cabio, Pobra do Caramiñal (A Coruña). «Está claro que es más fácil vender un besugo que un jurel. Pero nosotros creemos que dándoles un punto adecuado de cocción tienen la misma categoría y un precio muy inferior» —explica Nacho Rodríguez a Mikel Iturriaga en El Comidista.
- Sal&Chichen. Franquicia creada por tres chefs alemanes con Estrella Michelín que la barcelonesa Verónica Morales llevó a Nuevos Ministerios, Madrid. Como su nombre sugiere, en Sal&Chichen se venden salchichas y hamburguesas de calidad al estilo alemán.
- Rolling Pita. Se publicita como el primer food truck ecológico de España. Callejea por Sant Pere de Rives, Barcelona, aunque con la ilusión de ampliar su recorrido a todo Cataluña. Según su propietario, Fernando Gaya, comercializa y utiliza productos 100% orgánicos.
No pensamos que la libertad legislativa total sea el camino, pero tampoco la restricción y poner puertas al campo nos parecen buena opción. Food trucks y restaurantes tradicionales pueden coexistir e incluso complementarse. Y en tiempos como los actuales no tiene ningún sentido impedir que la creatividad fluya y los cocineros exploren nuevos —o paralelos— caminos culinarios basados en modelos de negocio flexibles que bien pudieran aderezar su actividad principal ofreciendo una punta de lanza de mayor llegada e impacto comercial en el público joven.
Imágenes: justgrimes | Elvert Barnes | ricardodiaz11
Buenos días Orlando y felicidades por el post 🙂
Quizás se asocie food truck con comida basura por las imágenes de muchas películas americanas donde los protagonistas compran algo de comida rápida en alguno de estos negocios ubicado en barrios poco agradables. Pero como bien apuntas se abre un abanico de posibilidades e incluso puede ser utilizado como un nuevo canal de venta para restaurantes ya instaurados y complementario al local tradicional de toda la vida, por lo que en ningún momento lo veo como una amenaza.
Hay que reinventarse continuamente y los food truck pueden ser un camino.
Felicidades de nuevo y un saludo!!
Gracias Rafael.
Totalmente de acuerdo contigo. Siempre abundan los que ven amenazas en cualquier avance/experimentación. Ocurrió, por ejemplo y salvando las distancias, cuando apareció la fotografía. Los pintores veían aquello como un sacrilegio. Claro, les quitaba trabajo. Pero hubo quien lo vio como una nueva oportunidad.
Con los food trucks ocurre algo parecido. No se pueden poner puertas al campo, pues aprovechemos la situación. Yo, al igual que tú, lo veo como una oportunidad para experimentar nuevas vías culinarias por parte de los propios cocineros con restaurantes tradicionales. Incluso como una herramienta para acercar su cocina a nuevos públicos, una forma más de marketing.
En fin, le veo muchas aplicaciones. Y para el ‘usuario’, genial.
Un saludo Rafael.
Solo quisiera comentar el hecho de Sal&chichen y esa supuesta calidad que le atribuyes,teniendo en cuenta todos los problemas higienico sanitarios de que adolece.y que todos los productos,todos,son congelados de dudosa procedencia.