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No he visto pilar bien colocado. Sea pilar o columna, da igual, ninguno respeta al interiorista. Los pilares siempre están en el puto medio. Siempre incordiando. A veces tengo la sensación de que tras su función estructural está la de poner a prueba al interiorista.

Si eres capaz de distribuir una superficie reducida con un pilar en medio serás condecorado. Y si no, bueno, serás uno más. Pero tampoco te flageles, tan solo tendrás que convivir con aquello de que «el local era complicado y no daba para más». ¿Quién no daba para más, el local o el interiorista?

A veces aquello que nos incomoda es nuestra mayor oportunidad para diferenciarnos.

Tras este tono jovial se esconde una realidad como un templo. Los pilares no son nuestros amigos. Pero es normal, su finalidad estructural los hace estar donde están, evidentemente, por necesidad. Y es lógico que no puedan existir locales con grandes superficies sin pilares en medio, salvo gran inversión en estructura y/o previsión estratégica definida en cuanto a la finalidad del espacio en cuestión.

¡Pues ya la hemos liao! Unir previsión y estrategia a la promoción inmobiliaria española (privada y pública) es como añadir sal al Cola Cao. Así que sí, tendremos que seguir conviviendo con ese enemigo inmutable e inexpresivo del interiorista, ese insolente y desagradecido que es el pilar en el puto medio.

Pilar en local original de restaurante Pracer

Sin embargo no todo está perdido. ¿Sabes por qué? Porque no creo que los pilares o columnas sean unos desagradecidos. Y no lo son por una sencilla razón que quizá te sorprenda, pero voy a ser claro contigo. ¡Los pilares no tienen sentimientos! Suelen ser de hormigón, un material inerte, sin vida y sin posibilidad de emocionarse. ¿Cómo te has quedado? Ojiplático ¿verdad?

Pero quizá te sorprenda más lo siguiente. Que un pilar no sea capaz de sentir no quiere decir que no pueda provocar sentimientos, que no pueda resultar de utilidad a la hora de comunicar, o lo que es más habitual, que no pueda resultar de utilidad funcional, además de la obvia utilidad estructural.

Pedro Almodóvar adoraba la belleza cubista de Rossy de Palma.

Cuando me encuentro con uno de estos pilares en algún local el cliente suele advertirme exponiendo sus temores. A veces incluso nos llaman para ver locales antes de comprometerse con su propietario por el miedo que les genera uno de estos pilares. Yo siempre les digo lo mismo. No te preocupes, «si no tuviera un pilar en el puto medio solo sería un local más».

A veces aquello que nos incomoda es nuestra mayor oportunidad para diferenciarnos y construir una identidad alrededor de esa pequeña molestia. Una supuesta imperfección puede ser la primera piedra de una gran propuesta de valor. Algo así como la nariz de Adrien Brody, el ojo de David Bowie o el diente roto de Mikel Erentxun.

Algunos pilares de nuestras vidas

Este pilar es la verdadera seña de identidad del showroom experiencial que diseñamos para CUPA. Lo convertimos en el sostén de los 5 valores fundamentales de la empresa: honestidad, esfuerzo, austeridad, vocación de liderazgo y compromiso. Escritos en las 5 ramas del árbol, en todos los idiomas donde está presente la empresa.

Árbol Cupa y pilares del claustro del Showroom experiencial de Cupa Pizarras en Galicia

En Pracer, la taberna canalla que obtuvo el Premio Incitus 2017 al restaurante más innovador del año, el pilar en el puto medio hizo dudar a sus propietarios. Por suerte se decidieron por este local. Hoy comprobamos que Pracer no sería lo mismo sin el carácter que aporta el pilar y sin las flight cases que lo integran y lo convierten en referencia de almacenaje, comandas y funcionalidad. Y quién lo diría viendo el local original (ver primera imagen del post).

Vista barra en «U» y flight cases en Diseño de Restaurante Pracer en A Coruña

En esta vivienda que diseñamos en Madrid, el desagradecido pilar no estaba en el puto medio. Pero nos permitió señalarlo y convertirlo en protagonista de una escena que funciona muy bien. ¿No crees? Y no lo digo por el personaje de la foto 😉

Mini apartamento en Madrid

Otros que campan a sus anchas, majestuosos mientras gozan de su estrellato, son los pilares de Koh Lanta. Estos si hubieran estado en el puto medio tampoco nos habrían arredrado. Aunque no sé qué habría pensado la propiedad.

Vista interior en diseño de restaurante Koh Lanta en A Coruña (Galicia)

En definitiva, Pedro Almodóvar adoraba la belleza cubista de Rossy de Palma, que acabó siendo nominada al Goya como mejor nariz de reparto. Perdón, actriz de reparto. Imagina lo que puede hacer un buen interiorista con un pilar.

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